¿Y si dejáramos de hacer como que no existe? ¿Como si sólo le pasara a los demás? ¿Como si fuera una vergüenza? La salud mental nos concierne a todos.

La realidad: en 2020 más de 13 millones de personas fueron diagnosticadas con algún tipo de problema mental. Es hora de desmitificar este tema todavía tabú y hoy, he decidido contar mi historia.

Charles Gorintin cuenta su historia durante el Alan Check-Up 2021 al resto de empleados de la compañía.

En 2013 sufrí una depresión.

No podía pasarme. A mi, Charles Gorintin, ingeniero, recién graduado en Berkeley, que, bajo el sol de California, acababa de conseguir un puesto como Data Scientist en Instagram, la app del momento, un trabajo de ensueño. En definitiva, estaba viviendo la vida, el camino hacia el éxito. ¿Era feliz? No exactamente. Más bien al contrario, a decir verdad. Estaba en pleno burnout. El ritmo de trabajo era una locura, el transporte me agotaba, echaba de menos mi país y mis horas de sueño eran totalmente anárquicas.

Por más que trataba de decirme que esa sensación era pasajera y que hiciera como si no pasara nada, después de varios meses, cada día me pesaba demasiado. Un día, mi cuerpo me mandó una señal de alerta. Como consecuencia del malestar psicológico que llevaba tanto tiempo ignorando y que creía haber dominado. Un bloqueo físico. En la oficina, con la mirada vacía, las manos que temblaban, fui incapaz de escribir 3 palabras seguidas en mi teclado.

“Los clichés sobre la salud mental son duros de roer: rápidamente uno pasa por loco, sin medias tintas.”

¿Qué hacer cuando nos sentimos solos con ese malestar y el miedo de ser estigmatizados si hablamos de ello?

¿Qué hacer cuando, en teoría, se tiene la vida perfecta? ¿Qué hacer cuando en nuestro entorno nunca se ha hablado de depresión o de ansiedad? Cuando uno se siente aislado, con la sensación de no tener a nadie a quién acudir y con el miedo de ser estigmatizado para siempre, ¿qué se puede hacer? ¿Cuando se tiene miedo de que al hablar haya consecuencias terribles, que los demás se asusten o te etiqueten como inestable? Sin contar que el sistema de salud americano me resultaba totalmente extraño…

En aquel momento, no se hablaba mucho de salud mental en el trabajo. Los episodios de depresión eran normalmente tratados de forma individual y privada. En cuanto a los clichés en torno a la salud mental, son duros de roer: rápidamente uno pasa por loco, sin medias tintas. Y por eso, soy consciente de que no soy el único en ser afectado por ello. Según estudios de Harvard Business Review, los emprendedores tienen un 30% más de riesgo de tener depresión que el resto de la población.

Por mi parte, fue al volver a Francia en Navidad, junto a mi familia, que empecé a darme cuenta de lo que me ocurría. Es en ese momento en el que alguien me acompaña a urgencias psiquiátricas y allí, me prescriben ansiolíticos.

De vuelta al trabajo, al otro lado del Atlántico, mi malestar no se ha pasado. Tengo un tratamiento y recibo un acompañamiento más bien mediocre. Las sesiones son cortas y vacías, y vuelvo al trabajo a rastras. Estoy, pero no me siento todavía bien.

Grupo de personas con mascarilla atendiendo a una charla dada por Alan durante la pandemia del Covid-19

En 2020, la salud mental llama de nuevo a mi puerta. Me enfrento en este caso a la angustia de mis asalariados.

Cambie todo. Dejé mi trabajo, me mudé, hice una gran limpieza en mi vida. Me centré en mis necesidad y bienestar. Consumí todo lo escrito sobre salud mental: técnicas de filosofía de vida estoicas (aprovecho para recomendaros “A guide to the good life” de William B. Irvine). Y esto me sienta bien. Seis meses más tarde, los cambios comienzan a dar sus frutos, me uno al equipo de Twitter y empiezo, ahora sí, a vivir mi vida de ensueño.

Siete años más tarde, “toc, toc”, de nuevo la salud mental llama a mi puerta. Pero esta vez, no me afecta a mi solamente. En 2020 soy co-fundador de Alan, la pandemia del COVID-19 y los sucesivos confinamientos afectan al planeta entero. El tiempo se para y el futuro es incierto. Debemos reinventarnos, reinventar nuestra forma de vivir y trabajar. Sería presuntuoso decir que la situación no nos pilló desprevenidos para hacer frente a la ansiedad de nuestros trabajadores.

“La salud mental no es una vergüenza, ni es privada, ni tabú. Es un problema de todos”

Entonces (en 2020) con Jean Charles Samuelian-Werve, mi cofundador y CEO de Alan, nos ponemos a trabajar para mejorar la salud mental de nuestro equipo. Montamos un teléfono de ayuda con psicólogos, formamos coach internos, financiamos equipos para adaptarnos al teletrabajo, insistimos sobre la flexibilidad total de horarios y el lugar de trabajo y, sobre todo, compartimos nuestras experiencias, para que nuestros equipos sepan que no están solos frente a dificultades mentales.

Que sepan que la vulnerabilidad no es una debilidad, y que hay soluciones para encontrarse mejor. La salud mental, se vuelve entonces nuestra mayor prioridad.

“Acabemos con el tabú, hablemos de ello. La salud mental es como la física. Hay que prevenirla para tratarla mejor”.

Depresión, ansiedad, insomnio, estrés, burnout, trastornos de la alimentación, adicciones… La salud mental, en esta era de Covid en la que por fin entendemos que no se resume a la esquizofrenia, está por fin en el centro de las conversaciones. ¡Ya era hora!

Por mucho que tengamos los mejores quesos del mundo, en mi país de origen (Francia), un trabajador de cada 2 sufre algún tipo de problema psicológico. Hablar de ello en el entorno profesional sigue siendo muy complicado, y 73% de los asalariados franceses están convencidos de que contar un problema de salud mental provocaría vergüenza entre sus superiores. Los más jóvenes, al contrario de lo que podamos creer, están lejos de estar desafectados por esta situación. Entre los menores de 35 años, 3 franceses de cada 4 sufren problemas de salud mental.

La realidad, es que en cuanto a tomar acción frente a estos problemas se refiere, estamos lejos de rendir cuentas a estas personas. Aunque también, hay que tener en cuenta que el seguimiento de un paciente de psicología o psiquiatría cuesta de media 3 veces más que un paciente de cualquier otra patología. La oferta de cuidado de la salud mental está muy mal repartida, mientras que el riesgo de padecer alguna enfermedad psicosocial es global.

Ahora que conocemos mejor la situación, y que los equipos de Recursos Humanos están pendientes de la salud mental, ¿qué hacemos? Pues bien, hablamos de ello. Informamos para prevenir riesgos y comunicamos para desestigmatizar. Igual que nos repetimos constantemente las bondades de las frutas y verduras y la importancia del deporte.

Porque la salud mental no es una vergüenza, no es privada, ni es tabú. Es un asunto de todos. Y también de las empresas, que son las grandes perdedoras cuando cierran los ojos ante este contexto, perdiendo talento y rendimiento.

En Alan, como partner de salud que acompaña a más de 200.000 personas y 11.000 empresas, somos testigos de cerca de estas consecuencias del estrés y la falta de salud mental. Hoy, este problema era tan importante para nosotros que decidmos adquirir Jour, una aplicación americana, lider en terapia digital. Gracias a esta absorción por nuestra parte y a su conversión hacia un modelo de negocio B2B, hemos lanzado Alan Mind, la primera plataforma que hace un seguimiento y terapia digital para todo tipo de cuestiones de salud mental de los empleados (consultas individualizadas, prevención, herramientas).

Estamos convencidos que es hora de romper barreras, de sensibilizarse frente a los riesgos relacionados con la salud mental, proponiendo un acercamiento progresivo, mediante sensibilización y prevención personalizada.